Carta director Fin de curso
Fin de curso
El final de este curso y el comienzo de verano es un buen momento para hacer un examen al estilo ignaciano de lo vivido desde septiembre.
Al comenzar, siempre, una profunda acción de gracias a Dios por tanto bien recibido en este periodo de tiempo, bienes en forma de encuentros con personas con las que hemos compartido vida, de conversaciones espirituales que nos han enseñado a tener experiencia de Dios, de grupos de jóvenes que buscan madurar en su fe, de prestar servicio a aquellos que buscan un futuro mejor, de haber podido involucrarnos con otros en hacer una Carrera para sensibilizarnos sobre la educación, de haber escuchado a quienes nos han hablado desde su saber o su experiencia en el mundo de la cultura, del arte, de la ciencia y de la fe. El Centro Arrupe ha sido espacio de crecimiento humano y espiritual, ha sido tierra de acogida, de ayuda, de escucha profunda y manos tendidas a todo el que ha venido.
Deseamos también mejorar y para ello nos hacemos conscientes de dónde hemos dejado de dar, de aportar, de compartir lo que podíamos aquí o fuera de aquí, para que nos ilusionemos con realizarlo el próximo curso.
Queremos agradecer a todas las personas que lo mantienen y gestionan, a todos los voluntarios que dedican su tiempo y tanto aportan a los grupos y a las asociaciones que el Centro acoge.
El verano y las vacaciones no son un parón, al contrario, son el lugar a dónde Dios nos envía a continuar trabajando por una sociedad mejor y más fraterna, una tarea apasionante y que compartiremos a nuestra vuelta del verano.
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