“El discernimiento, palabra muy utilizada en todo el mundo de la espiritualidad ignaciana, es precisamente eso. Intentar tomar decisiones ponderadas, buscando en ellas acertar con lo que Dios quiere. Ignacio de Loyola aprendió, en su propio itinerario, a discernir. Fue un hombre que tuvo afrontar diversas encrucijadas, sin ver claro a dónde se encaminaban sus pasos. Cuando parecía tener las cosas encarriladas, un nuevo giro de las circunstancias le arrojaba otra vez a la incertidumbre y la intemperie.” Con este breve párrafo queremos introducir el Taller que tendremos durante este fin de semana en el Centro Arrupe. Este Taller esta …