El domador y el aro de la precariedad
Seguro que os acordáis de esta escena: un domador de circo hace saltar a un león para pasar por el aro. Esta es buena imagen para describir lo que ha conseguido el neoliberalismo con la precariedad laboral.
Después de las Guerras Mundiales el capitalismo y el Estado Social consiguieron firmar un pacto entre capital y trabajo de forma que el empleo fuese un elemento de cohesión social y estabilidad.
Trabajar constituía la fuente más importante de respeto social y de autoafirmación. Lo primero porque te daba acceso a los derechos de atención a la salud, viudedad, paro, jubilación... Y lo segundo porque nos convertía en seres independientes para fundar un proyecto de vida
Pero a partir de los años 80 el neoliberalismo nos ha cambiado las reglas del juego. Si antes el ciclo vital de un trabajador constaba de los siguientes pasos: educación, formación, empleo, promoción, matrimonio y conseguir este mismo círculo para los hijos, ahora la biografía de un trabajador tiene la forma de trayectoria errática y nada cíclica.
El neoliberalismo ha impuesto en la empresa y en el mercado la “flexibilidad”, palabra mágica, objeto de adoración y culto de organismos internacionales como la OCDE, el FMI, el BM, la Comisión Europea… En consecuencia de este imperio del neoliberalismo, la flexibilidad laboral impone la máxima ganancia en un mercado muy cambiante de productos para que haya más consumo, trasladando sobre los asalariados y otros prestadores de servicios, el peso de las fluctuaciones del mercado.
Para ello la empresa no sólo elimina aquello que suponga costes de materiales o bienes de equipo, sino de “capital humano”. La empresa, en virtud de la “flexibilidad”, no se conforma con la movilidad geográfica y la internalización de tareas subcontratadas a empresas, sino que lanza al paro a los trabajadores sobrantes como un coste más de la producción. Así por ejemplo: Telefónica eliminó en 15 años a 50.000 trabajadores.
¿Cómo se defienden los trabajadores de esta vulnerabilidad permanente? A base de una especie de blindaje de cursos y más cursos, de formación continua, de renunciar a sus derechos laborales aceptando contratos basura, aceptando migajas de trabajo que no quieren los trabajadores fijos.
Cuando presenciamos la reducción progresiva de salarios, el aumento del desempleo, de contratos temporales, o incluso por horas, la frecuencia de los EREs, la deslocalización de empresas… la pregunta apropiada es ¿cuándo me tocará a mí, o a mis hijos, a mis padres, a mis hermanos?.
El miedo ejerce de un potente mecanismo que paraliza las posibilidades de reivindicación y de lucha, al centrar las preocupaciones de los trabajadores más en lo que se puede perder que en lo que se puede ganar.
Es lo que algunos autores como Bauman llama el “individuo líquido moderno”. o Boltanski y Chiapello, llaman el “individuo ligero”: trabajadores a tiempo parcial, trabajadores fijos- discontinuos.
Por eso considero que se queda corto reducir la precariedad a un “estado o condición de la clase obrera” (“El precariado. Nueva clase social”, Guy Standing 2013) Yo prefiero hablar más de “precariedad” como proceso social que pretende instaurar un nuevo orden social y un nuevo modelo de persona.
La precarización es un proceso por el que podemos transitar a lo largo de la vida en la debilidad y hasta en la marginación:
- el jovenque al terminar sus estudios se ve obligado a aceptar empleos que no corresponden a su formación
- la mujerque después de criar a sus hijos no la dejan reincorporarse al mercado laboral y tiene que aceptar contratos temporales a media jornada
- los pensionistasque avalan a sus hijos y algunas veces son desahuciados por eso.
Todo indica que, más que de la precariedad en el trabajo, tenemos que hablar de la precariedad en la construcción de proyectos de vida caracterizados por la inconsistencia y debilidad. La precarización es el círculo con el que el neoliberalismo consigue, como el domador circense, que el león entre por el aro.
Juan Fernández de la Cueva
Sacerdote diocesano, delegado de Pastoral del Trabajo de Madrid y director del Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española.
Fuente: http://entreparentesis.org/domador-aro-la-precariedad/