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Las fiestas navideñas reñidas con las Bienaventuranzas

Las dos realidades coinciden en prometer la felicidad. Las Bienaventuranzas, hasta 7 veces en el breve discurso del Sermón del monte; lasNavidades con eslogan como: “Practica el happy shopping y compra feliz de la vida”. Éste torpedo del consumismo declara la guerra a la Navidad.

Entiendo por Navidad la elección de Dios de ser feliz con los pobres sin cama sino en un pesebre, sin privilegios sino en un establo. Así es coherente al proclamar bienaventurados los que eligen ser pobres.

Lo entendí el día que presencié estos dos hechos:

  • Nico, niño de 8 años, se volvió loco de contento al recibir por Reyes un teléfono móvil. Pero al poco tiempo vio un móvil último grito. Entonces Nico dijo a sus padres que “necesitaba” este otro modelo con todas las aplicaciones y píxeles.
  • Mi amigo Pedro, chileno, nos visitó y nos dijo: “nosotros sabemos el valor nutritivo de la leche. Pero mis hijos no pueden tomar más que un vaso a la semana y nos crea angustia por las consecuencias que va a tener para su desarrollo”

Ahí comprendí la diferencia entre consumo y consumismo. No se puede comparar la necesidad de lucirse ante los amigos por un móvil, con la necesidad de satisfacer las necesidades de desarrollo integral de los niños.

Víctor Lebow definió el consumismo después de la II Guerra Mundial así: “Nuestra economía requiere que hagamos del consumo nuestra forma de vida, que convirtamos en rituales la compra y el uso de bienes, que busquemos la satisfacción espiritual y de nuestro ego en el consumo. Necesitamos que las cosas se consuman, se quemen, se reemplacen, se desechen a un ritmo cada vez mayor”

Viendo en estas fechas navideñas circular a los ciudadanos cargados con bolsas podemos decir que las fiestas navideñas se han prestado a conseguir la felicidad en el sueño de comprar y comprar. Aunque no siempre por necesidad.

Las fiestas navideñas se han prestado a conseguir la felicidad en el sueño de comprar y comprar 

Autores como Erich Fromm atribuyen este desatino del “homo consumens” a compensar “su vacío interior, su soledad, y su ansiedad”. El vive bajo la ilusión de la felicidad, mientras inconscientemente sufre aburrimiento y pasividad.

Considera que los deseos de cosas inmediatas le van a dar el sentido de la vida y la felicidad. Pero esto es una fuente inagotable de insatisfacción porque siempre va a haber algo más moderno y deseable. Entonces siente vacío.

La primera Bienaventuranza, sin embargo, se atreve a proponer la felicidad en la atención a las necesidades verdaderamente humanas con la vida sencilla, echandi nuestra suerte entre los pobres. Siempre teniendo en cuenta que la pobreza evangélica no es sinónimo de indigencia o justificación de la resignación. Por eso escojo la traducción de “Bienaventurados los que eligen ser pobres”.

La primera Bienaventuranza se atreve a proponer la felicidad en la atención a las necesidades verdaderamente humanas con la vida sencilla echando nuestra suerte entre los pobres

Pistas para vivir lo que nos queda de Navidades.
  • Hacer un regalo a nuestra “casa común” (el planeta) mediante el consumo responsable: sabemos que, término medio, un tercio del carro de la compra va a la basura, que tiramos 7 kilos de ropa, que dedicamos 850 € a juguetes plásticos en las Navidades.
  • Vivir la economía y consumo colaborativo. Usar antes que poseer. Pagar con tiempo en vez de con dinero. Consumir más no equivale necesariamente a vivir mejor.
  • Hacer un elogio de la sencillez y la frugalidad en la comida como el modo de vida cristiana: Seguir la “regla del 50-5”: no más de 5 ingredientes en el plato, no más de 50 km desde donde se produjeron a donde se consumen. Sin ser rigorista ver slowfood muy recomendada para concebir la comida.
  • Plantear maneras alternativas de disfrutar de un ocio sin consumo desmedido: pasear, cocinar juntos, reunirnos para ver una peli y comentarla.
  • Ver la forma de que el 20% de la cesta de la compra del Navidad sean productos de comercio justo, y que incluya productos frescos y sin envases de plástico.
  • Comprometerse en un trabajo activista y denunciante a través de movimientos que luchan contra la libre circulación de bienes, capitales y empresas frente a la globalización de los derechos humanos sociales (acuerdos del TTIP, la deuda externa…)
Juan Fernández de la Cueva
Sacerdote diocesano, delegado de Pastoral del Trabajo de Madrid y director del Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española.